Obra de Mateo Santamarta
Tu rostro fue labrado por la lluvia: sobre la ciega máscara aparecían
surcos miserables y párpados y una boca amarilla, pero siguió
lloviendo y, un instante bajo las hebras transparentes, tu rostro fue
posible y su belleza se confundía con la luz, pero siguió lloviendo
y se perdió como la tierra desgastada por el llanto
Indescifrables son tu nombre y tu rostro; quizá no has existido,
sin embargo, has llegado a la vejez y haces gestos impuros, también indescifrables.
(Antonio Gamoneda > Libro del frío. Editorial Siruela)
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