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martes, 26 de noviembre de 2013

Chuang Tzu, Lao Tse y Confucio.


La virtud no puede ser forzada, no es fruto de unas normas. No sé si es un don o es un fruto que cuerpo, mente y espítitu cultivan. Así lo creo y así parece asegurarlo este personaje -real para unos, mítico para otros- que nació bajo un ciruelo después de 72 años de gestación y al que apodaban "orejas" por tener esta parte del cuerpo muy desarrollada.

"Confucio fue a ver a Lao Tan (Lao-Tse) y le habló del Jen, amor al prójimo, y de la i, equidad". Lao Tan le contestó: "Si al cerner el salvado se le ha metido a alguien su polvo en el ojo, verá el mundo trastocado. Si un mosquito o un jején le ha picado en la piel, no puede conciliar el sueño toda la noche. De la misma manera nos escuecen y turban el corazón ese amor y esa equidad. Nos causan una confusión inmensa. Su Merced procure que el mundo no pierda su autenticidad natural. Déjese mecer por el viento y yérgase con la virtud (del Tao) ¿Para qué tantos esfuerzos? Los cisnes no necesitan bañarse cada día para conservar su nívea blancura, ni el cuervo pintar sus plumas para conservarse negro. A lo blanco y negro, si son auténticos, nada puede cambiarlos de color. "La admiración y los elogios de otros no agrandan nuestra fama. Secado el río los peces se apiñan en la tierra seca, y con la humedad de su aliento se mojan mutuamente. Mejor les iba antes en sus ríos y en sus lagos olvidados los unos de los otros. Confucio, vuelto de la entrevista con Lao Tan, guardó silencio tres días enteros. A sus discípulos, que le preguntaron qué consejos, para regular su vida, había dado a Lao Tan, les respondió: "Hoy he visto al dragón enroscarse sobre sí y, desplegándose, ostentar su magnificencia, montarse sobre las nubes y nutrirse de los elementos Yin y Yang. He quedado con la boca abierta y no la puedo cerrar. ¿Qué consejos o reglas de vida podía yo dar a Lao Tang?" " CHUANG TZU.

 No he pasado de leer unos cuantos de estos 81 breves capítulos de este libro en el que se resume toda la sabiduría, aunque prescinda por completo de la erudición.
El relato anterior es, seguramente, una hermosa invención da Chuang Tzu.
Tengo varias versiones del Tao Te Ching, cada una con sus matices particulares. Elijo, con perdón, una cita libre acomodada a mi gusto
El primer capítulo dice aproximadamente:

" 1.
a) El Tao que puede expresarse, no es el Tao inmutable. El nombre que puede expresarse, no es el nombre absoluto.
b) Imnominado, es principio del Cielo y de la Tierra; con nombre es la madre de los diez mil seres.
c) El limpio de corazón ve su maravilla. El codicioso por naturaleza, apenas ve sus más toscos reflejos.
d) Los dos brotan juntos, aunque con nombres distintos. Ambos son, al mis mo tiempo, misterio sobre misterio y entrada a todas las maravillas. " TAO TE CHING.

sábado, 2 de noviembre de 2013

MANUEL ALTOLAGUIRRE> Islas del aire> Las nubes, Madrid.

Manuel Altolaguirre> Islas del aire> Las nubes; Madrid.



MANUEL ALTOLAGUIRRE (1905-1959)> Islas del aire> Las nubes


OH libertad errante, soñadora,

desnuda de verdor, libre de venas,
arboleda del mar, fugaces nubes,
si en lluvia el desengaño te convierte
la forma de mi copa podrá darte
una pequeña sensación de cielo.

Vuelve a la tierra, oh mar, vuelve a la vida,
a las cadenas de los largos ríos,
a las prisiones de los hondos lagos
vuelve afilada a penetrar mil veces
angostos laberintos vegetales.

Oh, Libertad, tus puertas son heridas.
No las quieres abrir, sigue encerrada
en la sedienta piel o te sostenga
el inclinado cauce del torrente.

Todo sueño que es nube se deshace.
Vuelva a brillar el sol pues la blancura
de esa ilusión de libertad celeste
es tan sólo una sombra hecha jirones.

No sueñe más el agua y tenga vida
en la savia o la sangre, tenga sólo
en mí su libertad, libre en mis lágrimas.

MANUEL ALTOLAGUIRRE (1905-1959)> Islas del aire> Madrid.



Horizonte de guerra cuyas luces,
cuyas auroras repentinas, breves,
cuyas fugaces albas, salvas, fuegos.
multiplican la muerte interminable.
Aquí en Madrid, de noche, solo, triste,
mi frente con el frente son sinónimos
y sobre mi mirada como llanto
se derriban los héroes, caen hundidos
por el abismo verde de mi cara.
Yo sé que estoy desierto, que estoy sólo,
y que el frente paralelo de mi frente
desdeña mi dolor y me acompaña.
Ante el glorioso círculo del fuego
nada puedo evocar, nada ni a nadie.
No hay recuerdo, placer antes vivido,
que pueda rescatar de mi pasado.
No hay ausencia, ni historia, ni esperanza
que con su engaño calme mi agonía.
Aquí, en Madrid, delante de la muerte,
mi corazón pequeño guarda oscuro
un amor que me duele, que no puedo
ni siquiera mostrarlo en esta noche,
ante este inmenso campo de heroísmo.

Podéis encontrar este libro -los que aún seáis amigos del papel-  en la Colección Antologías de la Editorial Renacimiento de Sevilla.