Bienvenido

Estás en una página de Mateo Santamarta. Todos los textos y obras que lleven mi firma pueden ser difundidos libremente siempre que no haya ánimo de lucro. Se agradece que se cite su autoría.







Seguidores

viernes, 25 de marzo de 2011

Elena Conchello



Coqueta y más-caras, óleo y collage-papel, 100x81, 1992, obra de Mateo Santamarta.





Para leer más poemas de Elena Concello podéis ir a su blog, cuyo enlace os dejo aquí abajo:
                                             

                                                       http://hayquetenderse.blogspot.com/




Sueño XXVII


Hoy quiero vivir en el borde de una sonrisa


en el capítulo donde los finales se suspenden

como gota, como aire, como incendio que inunda las pausas.



Aquí donde mis caras se enfrentan a una cara,

a un margen proyectado fuera de mi misma,

en un proscenio que nada otorgue.



Aquí, en el retrato cabizbajo de la máscara

y el impulso a escapar de la certeza,

aquí en tus labios,

aquí donde mi piel es refugio de fantasmas,

en la reflexión necesaria cuando crecemos

y de nosotros, uno se despide,

y un yo anónimo acompaña nuestra pisada con mérito.



Hoy quise crecer y al fin, extendí mi mano.





Elena Conchello.

viernes, 18 de marzo de 2011

Chopin - Nocturno en si mayor Op 9 Nº 3




Fryderyk Franciszek Chopin (Szopen)nota 1 (en francésFrédéric François Chopin,nota 2 Żelazowa WolaPolonia22 de febreronota 3 o 1 de marzo1 2 de 1810 — París17 de octubre de 1849) fue un compositor y virtuoso pianista polaco considerado como uno de los más importantes de la historia. Su perfecta técnica, su refinamiento estilístico y su elaboración armónica han sido comparadas históricamente con las de Johann Sebastian BachFranz Liszt y Ludwig van Beethoven por su perdurable influencia en la música de tiempos posteriores. La obra de Chopin representa el Romanticismo musical en su estado más puro.
http://es.wikipedia.org/wiki/Fr%C3%A9d%C3%A9ric_Chopin

Chopin: Nocturno nº 14
http://www.youtube.com/watch?v=aZgPpMiqCI0



Fray Luis de León



El aire se serena



y viste de hermosura y luz no usada,



Salinas, cuando suena,



la música extremada,



por vuestra sabia mano gobernada.







A cuyo son divino



mi alma, que en olvido está sumida,



torna a cobrar el tino



y memoria perdida,



de su origen primero esclarecida.







Y como se conoce,



en suerte y pensamientos se mejora;



el oro desconoce,



que el vulgo ciego adora,



la belleza caduca, engañadora.







Traspasa el aire todo



hasta llegar a la más alta esfera,



y oye allí otro modo



de no perecedera



música, que es de todas la primera.







Ve cómo el gran maestro,



a aquesta inmensa cítara aplicado,



con movimiento diestro



produce el son sagrado,



con que este eterno templo es sustentado.







Y como está compuesta



de numeros concordes, luego envía



consonante respuesta;



y entrambas a porfía



mezclan una dulcísima armonía.







Aquí la alma navega



por un mar de dulzura, y, finalmente,



en él ansí se anega,



que ningún accidente



extraño o peregrino oye o siente.







¡Oh, desmayo dichoso!



¡Oh , muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!,



¡Durase en tu reposo,



sin ser restituído



jamás a aqueste bajo y vil sentido!







A aqueste bien os llamo,



gloria del apolíneo sacro coro,



amigos a quien amo



sobre todo tesoro;



que todo lo visible es triste lloro.







¡Oh!, suene de continuo,



Salinas, vuestro son en mis oídos,



por quien al bien divino



despiertan los sentidos,



quedando a lo demás amortecidos.



Hoy no tengo ganas de poner obras mías y os invito a disfrutar de lo mejor.

viernes, 4 de marzo de 2011

Lautréamont (y yo me preguntaba...)




              Y yo me preguntaba...,t.mx-tela, 81x100, 1997, obra de Mateo Santamarta.

"/.../El cabello enmudeció...¡Y yo me preguntaba quién podía ser su amo! ¡Y mis ojos se aferraban a la reja con más fuerza!...Pronto estalló el trueno: una luminosidad fosfórica penetró en el cuarto. Retrocedí a pesar mío, por no sé que instinto premonitorio; aunque estaba alejado de la ventanilla, percibí otra voz, pero ésta tenue y humilde como temerosa de que la oyeran: "¡No brinques de esa manera! ¡Cállate...cállate...si álguien llegara a oírte! Te volveré a colocar entre los otros cabellos, pero espera primero a que el sol se oculte en el horizonte, a fin de que la noche encubra tus pasos...no te he olvidado, pero te hubieran visto salir , y yo me habría comprometido./.../
Cantos de Maldoror, (Canto tercero); Premiá editora : la nave de los locos. Traducción y notas de Aldo Pellegrini.

Más admirado que comentado, aprehendido pero no explicado, por mucho tiempo los Cantos de Maldoror resistió al asombro y por una razón que se encuentra en el corazón de una obra como esa. Porque leerla supone el consentimiento exaltado a una lucidez furiosa cuyo movimiento envolvente, perseguido sin tregua, no se deja reconocer más que a su término y como cumplimiento de un sentido absoluto, indiferente a todos los sentidos momentáneos por los que, sin embargo, debe pasar el lector para alcanzar el reposo de una suprema significación total. Movimiento ya singular. Pero leer este libro es más extraño aún...La lectura de Maldoror es un vértigo. Vértigo que parece el efecto de una aceleración de movimiento tal, que el círculo de fuego en cuyo centro nos encontramos produce la impresión de un vacío en llamas o de una inerte y sombría plenitud. Pronto nos veremos en el seno de una conciencia sarcástica, superiormente activa, a la cual es imposible sorprender en falta.
Maurice Blanchot. (Premiá editora)