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sábado, 29 de enero de 2011

Desolación fue tu ausencia. Para Juan Pedro Castillo Berbabé





                                                                     

                              No duermes. No. No duermo.
                              Nos estamos hablando en las estrellas.

                              Somos, aquí, dos rosas reflejadas
                              en la paz de la tierra.
                                                        
                             Juan Ramón Jiménez


                                                             12 años

sábado, 22 de enero de 2011

Tiempo de Becerro (a propósito de una entrada de Amando Carabias en Pavesas y cenizas)

                                                                                                 








Permitid mis blasfemias ahora que el mundo agoniza como el respirar de un anciano o de un reptil que hiberna.

Debajo de la mentira, basamento inamovible, han erigido al Becerro de Oro que refulge ante nuestras pupilas y nos sonríe y nos convierte en limaduras abducidas por un imán invencible.

Miradlo…

Ved su figura erguida, orgullosa, sus músculos férreos tensándose.

Escudriñad sus pezuñas pisoteando párpados de niños.

Observad sus cascos excavando sobre el vientre de las madres convertidas en placenta del hambre.

Vigilad sus uñas escarbando en la sonrisa de los varones sin horizonte.

Contemplad su fornida estructura, ese pecho ancho donde late un corazón de piedra y hielo, esa mirada arrogante que desafía a las estrellas y a las brisas y a los sueños y a los amaneceres, y hasta a los ocasos desafía...

Te escupo desde mi miseria, desde mis manos sin nada.

Defeco sobre tus belfos.

Mi boca exclama improperios sin pudor sobre tu persona.

Sé que soy apenas un mosquito para tu penca, y que un solo movimiento de tu rabadilla me arrojará al averno.

Mientes mientras sonríes.

Corneas vidas explicando logaritmos ininteligibles.

Sí, observadlo antes de que os extermine.

Pensad también, entretanto, en sus sacerdotes, en sus corbatas de seda, en sus trajes a medida, en sus camisas almidonadas…

No olvidéis tampoco que los capellanes de este maldito bóvido asesino, beben sangre de niños en finas copas zafiro y oro.

Son vampiros, aunque el sol se haya impregnado sobre su piel.

Permitid mis blasfemias ahora que el mundo agoniza.

AMANDO CARABIAS (en Pavesas y cenizas)





Tiempo de Becerro, óleo-tela, 100x243, 1990, obra de Mateo Santamarta.